El aberrante hecho de sangre que terminó con la vida de Morena Domínguez, la nena de 11 años que fue asesinada en Lanús, no fue, lamentablemente, un hecho aislado, sino que se trató de un episodio corriente.
En horas en las que todos los candidatos mueven cielo y tierra para juntar la mayor cantidad de votos, sienten que el crimen los perjudicó a todos por igual.
Ver: Los polémicos beneficios que les había dado la Justicia a los asesinos de Morena
El crimen, que por ahora tiene como principales implicados a los hermanos Miguel y Darío Madariaga, sin lugar a dudas incidirá en el crecimiento del famoso voto bronca, el ausentismo o el respaldo para un candidato anti-Estado como Javier Milei.
En las horas posteriores al hecho, la furia popular apuntó contra todos por igual: oficialistas y opositores.
Esto no es nuevo, viene de hace mucho, y los altos mandos que tienen responsabilidad directa deberían tomar nota de un estado de ánimo inflamable.
La ciudadanía en general está conmovida por el caso de Morena, en medio de un contexto más que complejo. Se trabaja mal, se gana poco, la educación deja muchísimo que desear y a diario se percibe un maltrato que pone las cosas al rojo vivo.
Es imposible no darse cuenta que el delito, y que en este caso tuvo como víctima a una pequeña, deriva de una verdadera olla a presión que ganó las calles a poco de ir a las urnas.