Hoy es el día D para Impsa. Si sus actuales accionistas deciden no ampliar el capital, la firma se ofrecería al Estado nacional y al gobierno de Mendoza, que ya anticiparon estar predispuestos en una actitud que trasciende la grieta política.
El Gobierno de Mendoza se muestra como un claro interesado en iniciar negociaciones para la compra de acciones de una de las empresas mendocinas más potentes en el sector de tecnología energética. Es que este martes se podría abrir la posibilidad para encarar esas negociaciones, ya que se llamó a Asamblea de Accionistas para, entre otros temas, obtener autorización para la emisión de nuevas acciones para capitalizar la compañía en un monto aproximado de 20 millones de dólares.
Por lo tanto, en caso de que los fideicomisos accionistas de Impsa no ejerzan su derecho de suscripción preferente, la compañía ofrecerá las nuevas acciones al Gobierno nacional y al Ejecutivo mendocino. En este caso, la provincia se muestra interesada en escuchar la posible oferta y condiciones, sobre todo con el objetivo puesto en mantener el activo que significa la empresa para Mendoza.
Según explicaron desde la compañía, en caso de aprobarse en asamblea la nueva emisión de acciones, este sería el tercer paso del plan de recomposición de estructura de capital lanzado el año pasado por la compañía. El primero, la reestructuración de la deuda, fue completado en noviembre pasado con gran éxito, mientras que el segundo se lanzó en diciembre cuando el Ministerio de Desarrollo Productivo aprobó la entrada de Impsa al Programa de Asistencia a Empresas Estratégicas en proceso de Reestructuración de Pasivos (PAEERP), lo cual ha permitido aporte de capital a la compañía con base en Mendoza.
Hasta ahora, el desenvolvimiento de esta compañía, con partida de nacimiento en Mendoza en 1907, ha reflejado los ciclones económicos argentinos. También, las dificultades de una empresa cuando abre sus ojos a muchos horizontes. Decididamente, hacerse un lugar con proyectos de ingeniería de alta complejidad no es para cualquiera. Y mucho de eso le ocurrió en el vecino Brasil cuando desembarcó con parques eólicos con una empresa hermana que Impsa fundó y que le dejó como herencia una deuda de US$ 850 millones a tasas de 8,5% anual. Fue en 2014.
En los últimos años se ajustó y pudo reprogramar la deuda. Su principal accionista, la familia Pescarmona, quedó bajo la figura de un fideicomiso con el 35% de las acciones. El otro 65% corresponde a sus mayores acreedores: los bancos Nación, Bice, BID y los bonistas bajo la batuta del grupo chileno Moneda. Este martes deben definir si aprueban una ampliación accionaria por US$ 20 millones y si están dispuestos a asumirlo. Caso contrario, golpeará la puerta del Estado y del gobierno radical mendocino.
Impsa arrancó como industria metalúrgica en Mendoza de la mano Enrique Epaminondas Pescarmona. Su hijo Enrique, que suele prescindir de la corrección política, se puso un listón bien alto cuando lo nombraron CEO en 1960 y se focalizó en puentes grúas, turbinas, sistemas de telecomunicación y parques eólicos. Desde que salió al mundo en 1981, concretó 150 proyectos en 40 países y en 2008 llegó a contabilizar 7.000 empleados. Desde 2018, ya con sus nuevos dueños, recurrió a un management profesional con un presidente de Impsa designado por el Banco Nación. Cambió hace apenas un mes y se trata de Macelo Kloster. Su CEO es Juan Carlos Fernández, ex responsable de Impsa durante 18 años en Asia.
Impsa supo exportar puentes grúa a EE.UU. se estableció en Kuala Lumpur, Malasia, tenía oficinas y proyectos en Hong Kong y China. Pero el parque eólico que desarrolló en Brasil con fábrica propia de los generadores instalada en el país vecino, le arruinó los planes. Daniel Friel, profesor de la Universidad de San Andres, publicó un artículo sobre el caso Impsa en el prestigioso Journal of International Management. Concluye: “Pese a que IMPSA tuvo muchas ventajas gracias a su buen manejo de la cadena de valor, apostó demasiado a Brasil, pensando que las decisiones del gobierno brasileño iban a ser previsibles. Se sorprendieron y lo sufrió en carne propia”.
El año pasado pudieron pagar un vencimiento de US$ 150 millones y estiraron el resto a 2028 con una tasa de 1,3% anual. Hubo una capitalización por parte de sus acreedores y la deuda quedó en US$ 70 millones. Y ahora, para seguir en la trinchera, buscan ampliar recomponer su capital de trabajo. Con 720 personas. que son su corazón tecnológico, Impsa es la empresa más importante de Mendoza y considerada estratégica en términos de innovación. Fabrica la turbina de potencia más grande del mundo, y compite en licitaciones en Estados Unidos por puentes grúa, en Brasil y Ecuador por la puesta a punto de centrales hidroeléctricas, lo mismo que en Pakistán, Malasia y algunos países africanos.
Y está ejecutando localmente varios contratos: diseña y fabrica las nuevas turbinas de Yacyretá, los aerogeneradores del Parque Arauco (La Rioja), equipos para la Central Hidroeléctrica El Tambolar (San Juan), para YPF y para el primer reactor nuclear argentino para generación de energía, el CAREM (Ecocuyo).