
El Gobierno modificó dos pilares centrales de su estrategia económica al anunciar un nuevo esquema de acumulación de reservas en el Banco Central y una recalibración de las bandas cambiarias. Las medidas, que se aplicarán a partir del 1 de enero, buscaron responder a reclamos del mercado, analistas y el FMI, vinculados al atraso cambiario y la falta de dólares.
En primer lugar, el Banco Central activó un programa de compra de reservas para dejar de depender de ingresos extraordinarios como el blanqueo, la baja de retenciones o los desembolsos externos. El esquema estableció que las adquisiciones no superen el 5% del volumen diario operado, aunque el titular del BCRA, Santiago Bausili, dejó abierta la posibilidad de ajustar esa regla según el contexto.

La decisión aportó mayor previsibilidad a los tenedores de bonos, que esperan una reducción del riesgo país y mejores condiciones para futuras emisiones de deuda. Además, el Central aclaró que la compra de dólares estará atada a la demanda de dinero, para evitar una expansión monetaria que complique el proceso de desinflación, con la opción de esterilizar pesos si resulta necesario.
El segundo cambio relevante fue la actualización de las bandas cambiarias por inflación, una corrección que buscó evitar una apreciación excesiva del peso. Desde enero, la banda superior comenzará a ajustarse según el índice de precios y partirá desde los $1.556, mientras que la banda inferior acelerará su deslizamiento a la baja, ampliando el rango de flotación.
Pese a estos ajustes, el Gobierno ratificó que el cepo cambiario para empresas continuará vigente. El mercado de cambios mantendrá su funcionamiento actual, mientras el Banco Central se prepara para un 2026 exigente, con compromisos externos por USD 18.000 millones, en un escenario donde el equilibrio entre dólar, inflación y reservas seguirá bajo estricta vigilancia.



