Casi mueren por violencia de género en Tunuyán y denuncian abandono de la Justicia

Madre e hija fueron apuñaladas y el agresor podría quedar en libertad.

Milagros y su mamá fueron atacadas a apuñaladas por la ex pareja de la primera y hoy aseguran que no tienen el acompañamiento que deberían por parte de la Justicia.

En tal sentido, organizaciones del Valle de Uco emitieron un comunicado contando cómo se había dado el hecho el pasado 14 de marzo en Tunuyán, cuando una madre y su hija fueron agredidas con un arma blanca, en el marco de un caso de violencia de género.

Allí ponen especial énfasis en la liberación del agresor y el abandono por parte del Estado ya que aseguran allí que no tienen acompañamiento de la Justicia.

Según diario NDI, También se expone que Milagros, junto a su madre Adriana, fueron agredidas por Juan Carlos Molina, ex pareja de la primera, en frente de la pequeña hija.

 

El comunicado de las organizaciones de Valle de Uco

Eran las 3 de la tarde de un día lluvioso, hacía mucho frio en el Valle de Uco, cuando llegamos a la casa de Mili, quien nos había contactado porque tenía una historia que contarnos. Apenas llegamos sacamos la compu y comenzamos a escribir, en el lugar también estaba Adriana, su mamá y su hija, una beba chiquita que tenía en brazos porque estaba tomando la teta.

Milagros comienza a contarnos, diciendo que decidió comunicarse con nosotras porque resulta que nadie la había llamado, no había tenido muchas respuestas por parte de las instituciones del Estado y aunque nadie se hubiera interesado en su caso, necesitaba ser escuchada, porque estaba completamente atemorizada y sola.

A lo largo de su relato nos cuenta todo lo que vivió el domingo 14 de marzo. Con la mano con la que no sostiene al bebe nos señala todos los lugares por los cuales su ex pareja, Juan Carlos Molina, la tiró, la siguió y la apuñaló a ella y a su madre. Saca de un cajón un cuchillo y nos muestra que es igual al que uso Juan Carlos para causarle 5 heridas a ella y 4 a su madre. Adriana sorprendida nos menciona “que tuvo suerte de que una de esas heridas no perforara su pulmón”, “fue una desgracia con suerte” repitió, entendimos que le atribuía la suerte al hecho de que ESTABAN VIVAS, mientras nos seguía mostrando la casa y contando como es que este hombre las había apuñalado por un ataque de celos.

Nos sentamos al lado del banco sobre el que Adriana cayó con todo su cuerpo aquella mañana, el mismo que Juan Carlos Molina había saltado para escapar de esa casa, en donde casi mata a su ex pareja y a su suegra.

Mientras escuchábamos atentamente, ambas mujeres dijeron que en ningún momento pensaron en huir o salir, ya que no pensaron en separarse una de la otra, Milagros nunca soltó a la niña, ni Adriana se separó de su hija, como aquel pacto sororo de autocuidado que las mujeres tendemos a hacer para protegernos, ambas repitieron  “estaba defendiendo a mi hija, porque tenía miedo de que me la matara”, por lo que se quedaron ahí resguardándose mutuamente contra un solo hombre que las atacaba salvajemente.

Recién cuando él huyó pudieron llamar a la policía. Pero en la espera de que llegaran, pidieron auxilio a una vecina para que las llevara al hospital, porque no dejaban de sangrar y necesitaban ser atendidas de urgencia.

Todavía no sabemos ¿Cómo es que públicamente no se sabía de la tortura que padecieron estas mujeres?, ¿Cómo es que aún ellas deben protegerse de aquel agresor?, ¿Cómo es que les informaron que quedaría en libertad?, lo que sí sabemos es que es momento de acabar con la violencia machista que nos arrebata una mujer cada 30 horas, es momento de prevenir y de que ambas sean atendidas y acompañadas.

Esta no es la primera agresión, Juan Carlos Molina, ya había violentado a su pareja con anterioridad, ya la había golpeado, como sucede en la mayoría de los femicidios, se tenían indicios de que algún día podía volver a golpearlas, de que podía apuñalar e intentar matarlas.

Este no es un hecho más que tendremos que lamentar en Tunuyán, esta es la historia de dos mujeres que casi mueren en manos de un hombre y que hoy pueden contar su historia; que se levantan en contra de la violencia patriarcal y exigen un Estado presente para las mujeres, que le solicitan a sus vecinos y la comunidad acompañamiento, para no sentirse tan solas y para dejar de ser invisibles.

Denuncian lentitud en causas por violencia de género en la Justicia mendocina

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