Si bien la llegada de la pandemia del coronavirus complicó en demasía la economía nacional, la denominada clase media argentina ya venía perdiendo peso desde hace tiempo. Desde el punto de vista de los ingresos este segmento, orgullo histórico del país dentro de la región, retrocedió casi 8 puntos porcentuales entre el primer trimestre de 2015 y el mismo período de 2020, y pasó de representar el 66,2% de la población de la Ciudad de Buenos Aires al 58%, llevando a la pobreza a una importante cantidad de sus miembros.
En base a un informe de la consultora Abeceb, que toma datos de ingresos recabados por el Gobierno porteño, los hogares en situación de pobreza pasaron de representar el 11,3% en el primer trimestre del año 2015 al 21,6% en el mismo período. Es decir, duplicaron su importancia en la foto de la pirámide social argentina. Este segmento abarca tanto a los hogares indigentes (que crecieron de 3,9% a 8,7%) como en situación de pobreza no indigente (de 7,4% a 13%).
El segmento de los “no pobres” se achicó considerablemente del 88,7% a 78,4% en el mismo período. Dentro de esta clasificación se encuentran los hogares “en situación vulnerable”, que crecieron de 8,2% a 9,5% y el sector medio, que a su vez se divide en el sector medio “frágil” (hogares que apenas alcanzan a cubrir la canasta básica total de bienes y servicios) y en la “clase media” propiamente dicha (que cubre al menos el 1,25 de la canasta básica). El informe aclara que si bien la información es para la Ciudad de Buenos Aires, el deterioro de los ingresos y la inserción laboral ha sido generalizado en todas las provincias.
Según explicó a el DiarioAR la economista Belén Rubio, autora de la investigación, el proceso de empobrecimiento de las clases medias comenzó en 2012 con el ciclo de auge y caída del PBI, que coincide con la desaceleración de la creación de empleo privado registrado y un proceso de apreciación cambiaria. Sin embargo, los datos que reflejan la situación comienzan a ser contundentes a partir de 2014/ 2015.
El informe de Abeceb, una consultora fundada por el exministro de Producción Dante Sica, refleja que la pertenencia a la clase media no depende puramente del nivel de ingresos sino que surge de la combinación de la evolución de variables de ingreso, educativas, de inserción laboral, creencias y estilo de vida, que incluye el acceso a determinados bienes aspiracionales. Según la investigación, todas esas dimensiones se vieron empobrecidas en los últimos años.
De este modo, teniendo en cuenta el nivel educativo, el tipo de inserción laboral y aspectos vinculados a la organización familiar y la vivienda, el peso de la clase media sobre el total de los hogares también retrocedió. Mientras en el año 2014 el 48% de los hogares podía ser considerado de clase media, en 2019 el 45% de los hogares pertenecía a ese estrato.
Por otro lado, el poder de compra de los ingresos muestra un notorio deterioro en la capacidad de compra de bienes durables, que se asocian a las canastas de consumo o bienes aspiracionales vinculados usualmente a la clase media. Aquí está la posibilidad de comprar un auto, una casa propia o acceder a electrodomésticos y electrónica de consumo.
Según el informe, con precios total o parcialmente dolarizados hoy se requieren cerca de dos años de salarios promedio para comprar un auto de gama media, lejos de los 14 sueldos promedio que se necesitaban en 2013. Llegar a una propiedad en línea con el valor promedio de escrituración requirió en promedio en 2020 de 132 sueldos promedio. Por su parte, el poder de compra de una canasta de electrodomésticos cayó un 20% en doce meses.
“Una amplia clase media con acceso a servicios básicos, a salud y a educación era lo que diferenciaba a la Argentina del resto de los países latinoamericanos y contribuía a una sensación de progreso”, señaló Rubio, y continuó: “Hoy esa población quedó desprotegida y se ubica entre aquellos que tienen activos y se cubren mediante la dolarización y las propiedades, y otros que están protegidos por la asistencia social. Termina siendo la clase que más paga los costos y los ajustes, y encima, está desprotegida ante el futuro”.
Si bien el informe abarcó hasta el primer trimestre de 2020, la especialista consideró que la pandemia “profundizará estas trayectorias”, más que nada por la incertidumbre laboral que genera y perjudica principalmente a las clases medias. “Afecta tanto a los asalariados, con los regímenes de suspensiones y la caída del salario de bolsillo, como a quienes están en la informalidad, donde también hay clase media, y aquellos que tienen su propio negocio o son profesionales independientes”, explicó.
Inclusive, es una situación que también se da en el exterior. Días atrás, un informe del Centro de Investigación Pew, de Estados Unidos, apoyándose en datos del Banco Mundial mostró que la clase media mundial se contrajo por primera vez en décadas debido a la pandemia de coronavirus.
Por otro lado, Rubio adelantó que este año y el próximo se darán “rebotes” en algunos de estos indicadores vinculados a la economía de las familias. “Sin embargo, si no se trabaja sobre cuestiones de fondo vinculadas al empobrecimiento de las clases medias, como la inflación, el acceso a trabajo de calidad y el crecimiento sustentable, esta tendencia no se va a recuperar”, cerró.