El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que algunos legisladores republicanos “pueden haber cambiado de opinión” sobre la responsabilidad de su predecesor Donald Trump en el asalto al Capitolio, tras los videos que exhibió la parte acusadora en el juicio político en el que los demócratas terminaron de exponer sus argumentos y pidieron al Senado que el exmandatario sea condenado.
“Creo que algunos pueden haber cambiado de opinión”, dijo Biden desde la Oficina Oval, sugiriendo que varios senadores republicanos pueden decidir condenar al expresidente y completar así el número necesario para aprobar la sanción, que lo sacaría de la carrera presidencial para 2024.
Los demócratas que ofician de fiscales en el juicio político (impeachment) concluyeron hoy su argumentación, instando al Senado a condenar al expresidente por alentar la toma del Capitorio.
El congresista demócrata Joaquín Castro dijo hoy además que es posible que espías extranjeros se hayan infiltrado en el edificio del Capitolio o conspirado con los partidarios del presidente Donald Trump durante el motín del mes pasado.
“No podemos estar seguros de si y cuántos espías extranjeros se infiltraron en este edificio o al menos se coordinaron con los que lo hicieron”, dijo Castro en su discurso en el juicio político.
El legislador reiteró las acusaciones de que uno de los atacantes tenía la intención de enviar un dispositivo informático robado a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a un amigo en Rusia, que luego planeaba venderlo al servicio de inteligencia exterior.
“Nuestras agencias de inteligencia y agencias de aplicación de la ley tienen la carga de averiguar exactamente qué fue robado, tomado, saqueado y comprometido. Estas investigaciones son necesarias ahora debido a las acciones del expresidente (Donald) Trump“, dijo Castro.
El congresista agregó que el asalto expuso las vulnerabilidades del Capitolio.
“Piense en ello. Cada adversario extranjero que esté considerando un ataque a este edificio pudo ver un ensayo general. Y vieron que este Capitolio podría ser superado”, dijo Castro.
El ataque también dañó la posición internacional de Estados Unidos, agregó.
Los legisladores oficialistas mostraron ayer imágenes particularmente fuertes de la violencia desatada el 6 de enero en el Capitolio que dejó cinco muertos, y en la continuidad del proceso, hoy retomaron los argumentos que forman parte de su acusación por “incitación a la insurrección”.
Las imágenes mostradas, muchas de las cuales nunca antes se habían visto, incluyeron el momento en que la turba irrumpía en el edificio, legisladores angustiados recibiendo ayuda de los guardias de seguridad, manifestantes participando en un combate cuerpo a cuerpo con la policía y el audio de los oficiales de policía del Capitolio pidiendo apoyo.
Las grabaciones muestran asimismo al entonces vicepresidente Mike Pence, quien se encontraba en el Capitolio para presidir la sesión de certificación de la victoria electoral de Joe Biden, mientras es guiado rápidamente por unas escaleras por guardias de seguridad para ponerlo bajo resguardo, junto a su familia.
El jefe de la mayoría demócrata, Chuck Schumer, aparece esquivando por poco a una multitud desenfrenada y el senador Mitt Romney, un republicano que frecuentemente se oponía a Trump y había sido convertido en blanco de su odio, es alejado en el último minuto por un agente cuando ya la muchedumbre se le acercaba.
En otro segmento, se observa a la turba irrumpiendo en la oficina de la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, también blanco frecuente de la retórica incendiaria de Trump.
“Nancy, ¿dónde estás, Nancy?”, gritaban los manifestantes mientras buscaban por el lugar, sin saber que ocho miembros del equipo de la legisladora estaban escondidos detrás de una puerta situada en ese mismo pasillo, mientras Pelosi ya había sido evacuada de urgencia.
“Sabemos por los mismos manifestantes que si hubieran encontrado a Pelosi, la habrían matado”, dijo Stacey Plaskett, una de las “fiscales” demócratas y delegada en la Cámara de Representantes por las Islas Vírgenes.
Las imágenes que evidenciaron cuán peligrosamente se acercó la turba a los líderes de la nación, cambiaron el enfoque del juicio, desde un debate académico sobre la Constitución a un recuento crudo del asalto del 6 de enero.
Ayer, los legisladores demócratas que actúan como fiscales argumentaron por segundo día consecutivo que el asalto fue promovido deliberadamente por el expresidente, e insistirán en recordarle a los senadores -y a los estadounidenses que siguen el proceso- lo violenta que se tornó la situación el día del asalto.
Trump, que está en Florida tras dejar la Casa Blanca, no comparecerá en el proceso y se mantuvo hasta ahora en silencio.
Los demócratas deben convencer a 17 senadores republicanos de que Trump es culpable del cargo de “incitación a la insurrección” si quieren reunir la mayoría necesaria para condenarlo, algo que por el momento parece improbable.
Marginado de Twitter y otras redes sociales, Trump tiene pocas vías para expresar sus opiniones sobre el juicio.
Además, es probable que sus abogados le hayan pedido que se mantenga al margen para evitar que algunos republicanos se vuelvan en su contra.
Pero reportes de prensa apuntaron a que el exmandatario se mostró furioso con su entorno el martes, durante la apertura del proceso, por lo que él mismo consideró una deslucida actuación de sus propios abogados.
A diferencia del primer juicio político contra Trump hace un año, que se extendió por tres semanas, se espera que este proceso culmine en cuestión de días.