Llegó tarde. Casi una hora después de lo previsto. Fingiendo que le ponía todas las ganas. Pero el lenguaje corporal decía todo lo contrario. No tenía intenciones de ponerle onda.
El contexto tampoco ayudó: había poca militancia, las banderas no abundaban y los cánticos menos. Cero peronismo.
Alberto Fernández arribó a Mendoza casi como una formalidad. Para avanzar en una gesta que aún no tiene nada de gesta.
Por ahora es solo una proclama de algo que puede llegar a ser histórico. Una movida que puede reportar al Estado —nacional y provincial— millones y millones de dólares. Pero, por ahora, nada de nada. Entonces, ¿por qué tanto alboroto?
Es como si San Martín hubiera festejado antes de ganar cualquiera de sus batallas. La celebración es algo que llega mucho después, cuando todo ha culminado.
Ahora mismo, lo único certero es que se ha hecho un gasto multimillonario para salvar la empresa de un empresario que reconoció una docena de hechos de corrupción.
Ello en el marco de la causa de los cuadernos de la corrupción. Su nombre, Enrique Pescarmona.
Con dinero con el cual se podría haber auxiliado a miles de empresas, con muchos más trabajadores que los que se desempeñan en Impsa.
Es como si todos los que estuvieron ahí, en Godoy Cruz, lo hubieran sabido. Como si se tratara de una gran simulación.
Es como si hubieran fingido toda esa alegría para que nadie se diera cuenta del millonario timo.
Ello explica la ausencia de mística, banderas y cánticos. Porque nada había para festejar. ¿O sí? ¿Qué bandera peronista representa Impsa acaso?
Si algo puede rescatarse, es aquello de terminar con la grieta, en lo que coincidieron Alberto Fernández y Rodolfo Suarez, más por compromiso que por convicción.
Se verá en las próximas semanas, cuando cualquier “chispazo” político entre Nación y Mendoza dinamite las buenas intenciones.
Se insiste: la visita del presidente a la provincia dejó sabor a nada. Fue fugaz e insípida. Incómoda por momentos.
Más que “gesta”, fue apenas un “gesto”… y un gasto.
Alberto Fernández y Rodolfo Suarez superaron la grieta y refrendaron la capitalización de Impsa