Por primera vez, desde que se coronó como presidente de la Nación, Alberto Fernández descubrió que su integridad física no está asegurada, ni mucho menos.
Lo hizo en el lugar menos esperado: en Chubut. Donde había viajado a efectos de mostrarse activo en un tema que empieza a inquietar a propios y ajenos, los incendios forestales que avanzan en la Comarca Andina. Se trata de un tópico incontrolable, como la política misma.
En tal contexto, a pesar de que le habían aconsejado no concurrir, el jefe de Estado decidió viajar a Lago Puelo, intentando denotar preocupación por la voracidad de las llamas.
Allí fue repudiado bajo una lluvia de insultos y piedras, que mostraron crudamente lo frágil de su seguridad como primer mandatario.
Fernández cree que fueron infiltrados los que lo atacaron. “Colados” que empiezan a esbozar lo que será la campaña legislativa de este año. Lo inquietó particularmente que hubiera gremialistas de la UOCRA. ¿Qué tiene que ver la minería, de lo cual se quejaban los manifestantes, con el sindicato de la Construcción? Raro.
Ciertamente, debe mencionarse que el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, no tiene la mejor reputación en su propia provincia. Podría ser parte de la explicación de lo ocurrido este sábado. Apenas una parte.
No obstante ese hecho puntual, la pregunta es otra: ¿Cómo asegurar a partir de ahora la integridad física del presidente de la Nación? ¿Quién puede hacerlo?
Martín Ruppel, periodista de Chubut, describió mejor que nadie lo ocurrido hoy. Dijo que Alberto estaba “regalado”. ¿Hubo una zona liberada? Otro interrogante incómodo.
Entretanto, opositores y oficialistas observan con desconfianza a un mismo organismo: la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). En principio, por no haber anticipado lo que podía suceder.
Pocos saben que existe toda una sección específica en la exSIDE abocada a tal fin, denominada “Avanzadas presidenciales”, que suele monitorear los lugares que visitará el presidente de turno horas antes de que lo haga efectivamente.
Es un sector de la AFI que tuvo alta gravitación en el contexto de la muerte de Carlos Menem Junior, tal cual supo describir este cronista en su libro “Maten al hijo del Presidente” en los años 90.
Cornejo, cual almeja, se entierra con la lengua
Alfredo Cornejo sigue de cerca todas las mediciones que se hacen sobre su figura. Va contruyendo, al mismo tiempo, su propia imagen. Los medios nacionales le dan una invalorable ayuda.
Aún no tiene decidido si será candidato a presidente, a gobernador o a senador. No obstante, sigue avanzando. Sin prisa, pero sin pausa.
En tal contexto, esta semana se mandó un pifie descomunal, que fue revelado por MTN: se refirió a la intendenta del Departamento de Santa Rosa, Flor Destéfanis, de manera despectiva y, de alguna manera, misógina. “Se dice feminista y la maneja el marido”, sostuvo.
Ello le valió repudios de todo tipo desde el espacio del peronismo mendocino e incluso una declaración de “persona no grata” en Santa Rosa.
Para agravar la cuestión, Cornejo se defendió de la peor manera, subiendo la apuesta. “Lo que destaqué fue que la intendenta no es la que toma las decisiones en la municipalidad, sino que el poder lo ejerce su marido”, dijo. Aclaraciones que oscurecen.
La eventual repercusión de sus dichos se dejará ver en las próximas encuestas que se hagan sobre su persona, calculando la intención de voto sobre su persona.
Dicho sea de paso: sin mencionarlo, Martín Lousteau viene esmerilando al hoy diputado nacional con una serie de descalificaciones muy bien estudiadas. Jamás lo menciona, pero está clara la referencia, porque habla de aquel que comanda la UCR.
En otro orden de cosas, quienes aprovecharon el pifie de Cornejo fueron los principales referentes del PJ mendocino, principalmente Anabel Fernández Sagasti y Lucas Ilardo. Hicieron “leña del árbol caído” a más no poder. No fueron los únicos.
Hablando de la senadora cercana a Cristina Kirchner… Sagasti viene siendo medida por el encuestador Elbio Rodríguez para ver si le dan los números para ser cabeza de lista de Senadores por Mendoza.
El rechazo a su figura es fuerte, por eso hay un “plan B” en ciernes: la posibilidad de “regalarle” un cargo de ministra. O de convertirla en la nueva “operadora” del PJ local, una suerte de “Chueco” Mazzon femenino.
Lufrano, cada vez más cercada por la Justicia
Otra revelación de este periodista se encamina a convertirse en el nuevo escándalo vernáculo. Se trata de los “bolsos de Rosario Lufrano”, aquella trama que complica a la titular de Radio y Televisión Argentina (RTA).
Son 4 millones de pesos que estaban destinados a una producción especial sobre Manuel Belgrano y que fueron retirados en efectivo del Banco Itaú por parte de un gerente de la TV Pública.
Ese descuido permitió revelar una trama que hoy complica a Lufrano, por acción y/u omisión. Por lo pronto, ya dejó varias mentiras al respecto. Por ejemplo, que se enteró de lo ocurrido el lunes 8 de marzo. Está acreditado que en realidad lo supo el viernes 5. Tres días antes.
La duda que aparece es obvia: ¿Por qué no hizo nada apenas enterada del escándalo?
Es una de las tantas preguntas que deberá responder Lufrano ante la Justicia, donde ya es investigada por el fiscal Gerardo Pollicita.
No es el único que no cree en las explicaciones oficiales. ¿Realmente la culpa es de dos gerentes que actuaron en completa soledad? ¿O hay más gente involucrada? Más aún: ¿Fue un hecho aislado o es parte de una metodología de corrupción que involucra a las grandes líneas de RTA?
Todo indica que existe una amplia matriz de desmanejo de fondos públicos, que se revelará en el corto o mediano plazo. Ya sea por acción de la Justicia, ya sea por acción de la SIGEN.
Por lo pronto, ya se comprobó que no se trató solo de 4 millones de pesos, sino de 10 o 12. Ello explica el nerviosismo de Lufrano. Y de gran parte del kirchnerismo.
Nada conveniente que tal cuestión se revele en pleno año legislativo.