Dos preocupaciones atraviesan el corazón del Gobierno en estas horas. Por un lado, la imposibilidad de domar la inflación. Por el otro, el impredecible derrotero de las PASO de este año.
Respecto de lo primero, se vienen medidas de neto corte populista. Principalmente control de precios al mejor estilo Guillermo Moreno. En los tiempos en los que despuntaba como feroz secretario de Comercio Interior. ¿Habrá “congelamiento” de algunos valores como sugieren desde el sector del cristinismo? Todo es posible, sobre todo en un año electoral.
Como sea, el encargado de armar —y aplicar— el pertinente plan para contener los precios es Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, quien —no casualmente— estuvo este sábado recorriendo supermercados en San Juan para supervisar la correcta implementación de la “carne para todos” en la provincia.
El gobierno trabaja a su vez en la creación de una Secretaria de Investigación de Mercado, que tendrá amplias y discrecionales facultades y que actuará bajo la órbita de la Secretaria de Comercio. Empresarios y oposición, ya están inquietos por la medida en ciernes.
El Fondo de la cuestión
Por otra parte, Alberto intenta destrabar las negociaciones con el FMI y el Club de Paris, organismos que, antes de acordar, le vienen pidiendo una “prueba de amor”. Pero el jefe de Estado carece de dólares como para poder hacer gala a tal pedido. En parte, ello explica la imposibilidad de adquirir las dosis de vacunas contra el coronavirus que el país necesita.
No obstante, a la hora de conseguir dólares, el presidente confía en el “despegue” de Vaca Muerta —la actividad allí creció un 40%— y la suba del valor internacional de puntuales commodities como la soja, el trigo y el maíz, las cuales Argentina produce en ingentes cantidades.
Respecto de las primarias, Alberto ha “tirado la toalla” y ya no insistirá en su plan de suspenderlas. Sin consenso para que avance alguno de los proyectos que pululan en el Congreso Nacional, ha pergeñado un nuevo plan: postergar la fecha de las PASO para el último domingo de octubre y realizar la elección general en noviembre, lo que permitiría que esté avanzada la campaña de vacunación y así tener recorrido un lógico período de inmunización de la sociedad.
El mandatario navega los mares de una segunda idea: la de unificar las primarias y las elecciones generales. Una alternativa que aparece como improbable.
Entretanto, Alberto sigue en su plan de contactarse con mandatarios de otros países, algunos de manera presencial y otros de manera telefónica. Para ello, ha dejado sus escozores ideológicos de lado. Ello le permitió juntarse oportunamente con Sebastián Piñera en Chile y, a fines de marzo, hacer lo propio con Jair Bolsonaro. Daniel Scioli trabaja en tal sentido.
Entretanto, en lo que refiere a la política de cabotaje, el jefe de Estado viajará el martes próximo a Tucumán, donde mantendrá diversos encuentros con Juan Manzur y empresarios del norte del país.
Cristina mira ese evento con suma desconfianza, ya que jamás olvidó que el gobernador de esa provincia fue uno de los que le aconsejó a Alberto “romper” con ella y proveerlo de fondos dinerarios para armar el “albertismo”. A Manzur ello le costó el cargo de jefe de Gabinete que le había prometido el hoy presidente de la Nación.
Lázaro, levántate y habla
Luego de mas de dos años de proceso judicial, Lázaro Báez está cerca de recibir el próximo miércoles su primera condena por lavado dinero en el marco del expediente conocido como la “ruta del dinero K”.
Se trata de una sentencia que puede llegar a impactar fuertemente en el juicio por corrupción que se le sigue a Cristina Kirchner y que se reanudará este lunes. Se trata de la causa “Vialidad”, en la cual se espera que declaren más de 100 testigos a lo largo de 2021.
Ergo, será importante lo que surja del proceso contra Báez: no solo por cómo esa sentencia podría complicar el curso del expediente que complica a la vicepresidenta, sino también —sobre todo— por la chance de que el “testaferro K” se “quiebre” ante la dura condena que podría llegar a tocarle. Arriesga 12 años de prisión, que es lo que solicitó el fiscal federal Abel Córdoba.
No hay que olvidar que Lázaro tiene mucho para contar, desde los mismísimos albores del kirchnerismo. Por caso, su firma nave insignia, Austral Construcciones —a través de la cual se canalizaron gran parte de los fondos que lavaron los K—, se creó 12 días después de que Néstor Kirchner llegó al poder.
O sea… un día, Báez era cajero del Banco de Santa Cruz; dos semanas más tarde se había convertido en empresario constructor.
Milagros que solo puede regalar el catecismo K.
Carpetazos al alcalde Larreta
Como ya se ha dicho en esta misma columna, el kirchnerismo suele apelar al célebre precepto del “garrote” y la “zanahoria”. Por un lado, el diálogo; por el otro, el golpe fulminante.
El que sabe bien acerca de ello es Horacio Rodríguez Larreta, quien pasó de ser “socio” de Alberto en el marco del manejo de la pandemia, a enemigo implacable por los fondos de coparticipación de la Capital Federal.
Ante la imposibilidad de convencer al alcalde porteño de retirar la demanda que impulsa en la Corte Suprema por ese tópico, el gobierno ha optado por el siempre repudiable “carpetazo”.
El mismo ha sido disfrazado de información y ha sido publicado en portales ultra K de baja estofa. Refiere al supuesto embarazo de una exfuncionaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Producto de un presunto amorío con Larreta.
Al mismo tiempo, el kirchnerismo ha comenzado una catarata de denuncias contra exfuncionarios de Juntos por el Cambio. Ya cayeron en la volteada el diputado Fernando Iglesias, el exsecretario de la presidencia, Fernando De Andreis y la otrora subsecretaria de Comunicación Presidencial, Fátima Micheo. Es parte de la vieja estrategia de tapar un escándalo con otro escándalo. En este caso, una catarata de desaguisados que viene cometiendo el gobierno nacional.
La única obviedad de la estrategia es la figura del denunciante: siempre se trata de la misma persona. El siempre cuestionado Rodolfo Tailhade.
Habrá más denuncias durante los días venideros, contra varios exfuncionarios. Incluso una en particular contra Mauricio Macri. Sigue siendo el blanco predilecto de los K.
En tal contexto, el radicalismo ha emitido un comunicado donde refiere a lo obvio: “Enfrentamos la situación de mayor gravedad institucional y fragilidad nacional que hayamos vivido desde la restauración democrática. Reclamamos y ofrecemos mutua tolerancia y respeto entre gobierno y oposición”.
Nada nuevo bajo el sol peronista.