¿Es confiable un juez como fuente de información para el periodismo? Peor aún, ¿es confiable un magistrado que posee varios pedidos de juicios políticos y fuertes intereses políticos?
En su momento, en el marco de la causa por la investigación del atentado a la AMIA, los periodistas de los principales medios de información publicaron, sin filtro alguno, las falacias interesadas que les “regalaba” cual primicia el entonces juez Federal Juan José Galeano. Para cuando se comprobó que el magistrado había mentido para encubrir al Poder político de turno, ya era tarde: la sociedad ya había comprado una realidad que fue casi imposible de torcer.
Tal ha sido la penetración de esa mentira que, cuando fueron sobreseídos algunos de los falsamente encarcelados por haber cometido el atentado de marras, muchos se indignaron creyendo que se estaba liberando a peligrosos terroristas.
En estos día sucede algo similar a lo que ocurrió entonces. La falacia se da en torno a la indagación del triple crimen de General Rodríguez del año 2008 y el juez que ocupa hoy el lugar que ostentaba Galeano es María Romilda Servini.
Se trata de una magistrada cercana al peronismo que viene “zafando” a diversos funcionarios del menemismo y el kirchnerismo uno tras otro.
Por eso, se la ha puesto a cargo de la investigación del asesinado de Forza, Ferrón y Bina, cuyas balas pican cerca de puntuales funcionarios K. La tarea de Servini es desvincularlos y tirar la pelota afuera, acusando a narcos mexicanos. Los medios siguen a pie juntillas sus “primicias”.
Ello es un signo alarmante de cómo el periodismo se maneja en relación a temas de enorme sensibilidad social y política.
¿Por qué algunos periodistas sólo se manejan a través de los dichos de Servini? ¿Por qué no van tras los pasos de otras fuentes de información? ¿Por qué no utilizan siquiera el más mínimo sentido común?
Ya en su momento, periodistas de grandes medios como Clarín, La Nación y Página/12, entre otros, sólo publicaron lo que les dictó el entonces juez Federico Faggionatto Márquez, quien intentó lo mismo que ahora hace Servini, respecto de zafar a los K y acusar a puntuales mexicanos. Cuando el magistrado fue destituido por corrupto, ninguno pidió perdón.
Esos colegas, que jamás chequean los datos que les regalan los jueces, suelen enojarse cuando uno les indica que están moviéndose en el camino equivocado. Ostentan una soberbia que jamás los ayudará a crecer en sus carreras profesionales, porque no tienen la capacidad de ver que están errados en algunas de sus apreciaciones.
Hay que decir las cosas como son: hay mexicanos involucrados en esta trama, pero la parte más jugosa involucra a argentinos, sobre los cuales la Justicia parece no querer avanzar.
Los nombres ya los he mencionado un millón de veces. El principal es Aníbal Fernández, otrora jefe de Gabinete del kirchnerismo.
Los demás son funcionarios de segunda y tercera línea que aún hoy ocupan puestos clave de poder en el Gobierno de Alberto y Cristina.
Ello explica todo… o casi todo.