James Webb: después de muchos años de trabajo, despegó el mayor telescopio espacial

Costó US$10.000 millones y tardó tres décadas en construirse, despegó desde la Tierra este sábado y emprendió su misión de buscar las primeras estrellas que alumbraron el cosmos.

Concebido por la NASA después del lanzamiento de Hubble en 1990 y construido a partir de 2003, con la colaboración de las agencias espaciales europea ESA y canadiense CSA, el Telescopio Espacial James Webb se distingue en más de un aspecto.

El tamaño de su espejo, de 6,5 metros de diámetro, le confiere tres veces más superficie y siete veces mayor sensibilidad, suficiente para detectar la señal térmica de un abejorro en la Luna.

Otra diferencia es su modo de observación. El Hubble escruta el espacio a través de la luz visible, pero el James Webb se aventura a una amplitud de onda que escapa al ojo humano: el infrarrojo cercano y medio, una radiación que emite naturalmente todo tipo de cuerpos, desde astros a humanos o flores.

Esta luz será estudiada por cuatro instrumentos, equipados de procesadores de imágenes y espectrómetros para diseccionarla mejor. Su desarrollo ha movilizado a multitud de ingenieros y científicos dirigidos por laboratorios e industriales estadounidenses y europeos.

La ingeniera jefa de sistemas del telescopio James Webb, Begoña Viña, quien trabaja en el centro de vuelo espacio Goddard de la Nasa, informó hoy a través de Youtube, que el telescopio permitirá estudiar la formación de las primeras galaxias y estrellas, después del Big Bang, hace 13.800 millones de años, así como de los planetas dentro y fuera del sistema solar.

Desde el centro Goddard se dirigió la construcción y se coordinará las operaciones del telescopio los primeros meses en órbita.

James Webb seguirá los pasos del telescopio Hubble, el cual revolucionó la observación del universo, y gracias al que los científicos descubrieron la existencia de un agujero negro en el centro de todas las galaxias o de vapor de agua alrededor de exoplanetas.

Según el astrónomo Pierre Ferruit, uno de los científicos a cargo del telescopio para ESA, “mirando los mismos objetos, que con Hubble, veremos cosas nuevas”.

Antes de arribar, la máquina debe desplegarse sin fallo, con una serie de operaciones que implican, por ejemplo, 140 mecanismos de apertura, 400 poleas y casi 400 metros de cables solo para el escudo protector.

Y es que el telescopio, con 12 metros de alto y un parasol con la talla de una cancha de tenis, tuvo que plegarse para ser colocado en la nave Ariane 5.

Mirá el momento del despegue.

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