El domingo 1 de julio de 1916, el presidente argentino Victorino de la Plaza recibía a delegaciones de los países amigos invitados a las fiestas del centenario patrio. Se ultimaban detalles para las ferias del libro, agrícola y escolar a la vez que comenzaban los juegos atléticos de Buenos Aires y una competencia de tiro “con premios oficiales”.
El lunes 2, en el estadio de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, en ese entonces el mejor de Sudamérica, Uruguay se enfrentaba con Chile.
Así nació la Copa América, el primer torneo de fútbol continental y ahora el más antiguo del mundo.
La excusa para jugarlo era precisamente el centenario de la declaración de la independencia de Argentina.
Los equipos nacionales de Brasil, Uruguay y Chile fueron invitados a sumarse a la fiesta en Buenos Aires.
Sucedió hace 100 años y te contamos cómo fue.
100 años de independencia
Argentina vivía un momento de renovación política en 1916.
Con la Primera Guerra Mundial tensionando al planeta y en medio de una crisis económica, De la Plaza cerraba el periodo conservador de la historia argentina dando paso al primer presidente nacionalista de ese país: Hipólito Yrigoyen.
Sin embargo, ni las turbulencias políticas y económicas impedirían al país sudamericano organizar una serie de actividades para celebrar sus 100 años de independencia.
Y así fue que el 6 de julio, tres días antes de la gran celebración de ese país, la selección argentina debutaba en el torneo, en ese entonces llamado Campeonato Sudamericano.
Fue una victoria inapelable de seis goles contra uno sobre Chile.
Al día siguiente, 150.000 niños entonaban el himno nacional argentino y juraban a la bandera celeste y blanca antes de desfilar por la avenida de Mayo.
El domingo 9, el día del centenario, Buenos Aires amaneció con disparos de cañón y dianas militares.
La prensa reseñó que en aquella fecha se realizaron festejos con fuegos artificiales, una recepción en el Palacio de Gobierno, verbenas populares, una función de gala en el teatro Colón y un brindis a medianoche en el Centro Naval con la presencia del presidente De la Plaza.
Al día siguiente, la selección argentina igualaba 1-1 con el Brasil de Arthur Friedenreich, quien es considerado no oficialmente como el futbolista que más goles marcó en la historia.
El superclásico sudamericano escribía sus primeros capítulos
Los “aguafiestas”
Argentina marchaba invicta con la victoria sobre Chile y el empate con Brasil. Sin embargo, Uruguay llevaba dos victorias al hilo.
Su jugador estrella era Isabelino Gradín, un potente delantero que formaba parte del Peñarol de Montevideo.
Junto a Juan Delgado fueron los dos únicos jugadores afrodescendientes en participar del certamen, al punto de que un dirigente chileno quiso impugnar la derrota de su seleccionado bajo el argumento de que Uruguay alineó “componentes africanos”.
Gradín fue nombrado mejor jugador del torneo y resultaría máximo goleador del mismo.
Sin embargo, no pudo marcar en el último partido.
0-0 fue el marcador final del enfrentamiento entre uruguayos y argentinos, que se jugó el 16 de julio de 1916 en cancha de Racing.
El partido debía jugarse un día antes en el estadio de Gimnasia y Esgrima, pero la multitud de hinchas provocó tales desmanes que se tuvo que cambiar de fecha y lugar.
El empate sin goles dejó a los argentinos con las ganas de dar la vuelta olímpica en su centenario y dio origen a la bien ganada fama uruguaya de “aguafiestas” que se potenciaría a niveles incalculables con el Maracanazo de 1950.