A pesar de que en la URSS el modo de vida occidental y todo lo que se producía en él se despreciaba oficialmente y se consideraba “inmoral”, las autoridades soviéticas cooperaron bastante con Occidente. Estos vínculos no se anunciaban públicamente, sino que quedaban en informes internos y narrados por la prensa extranjera. Una de esas alianzas secretas fue con la marca de ropa deportiva Adidas.
En una nota del Comité del Consejo de Ministros de la URSS para la Cultura Física y el Deporte al Comité Central del Partido Comunista en 1979, titulada “Sobre la cuestión de la cooperación con Adidas (RFA)”, se señalaba que “el Comité de Deportes de la URSS ha mantenido una cooperación constante con la empresa alemana durante 20 años”.
Otras marcas occidentales también aparecieron en los atletas soviéticos. En 1965, The New York Times, citando a la agencia de noticias AP, informó sobre un pedido de 46 pares de zapatos para jugadores de baloncesto que la empresa estadounidense Converse Rubber Company recibió de la URSS.
La explicación del doble rasero del gobierno soviético era sencilla: en el país no se fabricaba un buen calzado deportivo de competición, pues no se disponía ni de tecnología ni de materiales. Pero la situación tenía que resolverse de alguna manera.
“Escondiendo las tres rayas”
Así, en la segunda mitad de los años 70, los dirigentes soviéticos comenzaron a formalizar sus relaciones con Adidas. La empresa se convirtió en proveedora de los próximos Juegos Olímpicos y el principal suministro fue el calzado deportivo moderno.
Pero en 1979, las tropas soviéticas entraron en Afganistán, provocando un boicot internacional y un grave enfriamiento de las relaciones con Occidente. Como consecuencia, 65 países, entre ellos Alemania, se negaron a participar en los Juegos Olímpicos, y el proveedor oficial se vio en una situación difícil, porque ya había pagado grandes sumas. Los Juegos se realizaron en circunstancias difíciles. Además, según algunos documentos, Horst Dassler, presidente del consejo de administración de Adidas, actuaba de hecho como asesor de política exterior de los soviéticos durante las tensiones que rodeaban los Juegos, informando a los funcionarios sobre el estado de ánimo en otros países.
Los soviéticos, a su vez, plantearon sus propias y duras exigencias a las empresas capitalistas. En primer lugar, hubo que eliminar todos los logotipos y el nombre de Adidas para que el fabricante occidental no apareciera en las fotos o vídeos de los atletas soviéticos. En segundo lugar, había que trasladar toda la producción de ese lote a la URSS y dejar allí el equipo.
Para ello, la URSS compró una licencia a Adidas para producir zapatillas deportivas. Era una práctica normal para la empresa alemana; en ese momento, la URSS se convirtió en el vigésimo país que fabricaba zapatos bajo licencia de Adidas. Además de la licencia de los alemanes tuvo que comprar equipos, materias primas químicas y otros materiales necesarios. Según los resultados del examen, los soviéticos solo disponían de tres materiales adecuados para la producción de este tipo de zapatos.
La producción se hizo sobre la base de la icónica silueta Gazelle, en varios colores. Aunque apenas llegó a las estanterías: algunas zapatillas fueron directamente a la exportación, otras a los equipos soviéticos. Y este último sólo recibió zapatillas en color azul. Se conservan las reconocibles tres rayas en los laterales, pero se rediseña por completo el logotipo y se sustituye la inscripción Adidas por “Moscú”. De hecho, en el país estas zapatillas también se llamaban “Moscú” (Moskva).
Fue entonces cuando los soviéticos quisieron llevar zapatillas de deporte en masa: “Antes de las Olimpiadas no había ningún interés particular (por las zapatillas de deporte). Las usábamos más como calzado deportivo y, por ejemplo, no era habitual llevar zapatillas de deporte para trabajar en una organización decente”, recordaba un hombre que vivió aquellos años. Antes de las Olimpiadas había un montón de material sobre los atletas con fotos, sobre todo extranjeras, fotos de películas… Y todo el mundo se fijó y decidió que las zapatillas con vaqueros eran una gran opción de ropa para el día a día, y empezaron a buscarlas. Y entonces empezó a haber escasez de zapatillas.
Por cierto, la Unión Soviética también intentó fabricar sus propios vaqueros, pero el intento fracasó: no se parecían en nada a lo que era popular en Occidente. Al darse cuenta de que podía ocurrir lo mismo con las zapatillas, Adidas introdujo una estricta selección de personal.
Misha Ulikhanián, director de la fábrica de Yeghvard, que producía productos con licencia de Adidas desde 1985, recuerda: “Los alemanes venían aquí, contrataban a chicas jóvenes de hasta 23 años, no se permitían chicas mayores. No se les permitió llevar a ninguna chica mayor. Y [había una condición] que no hubieran trabajado antes y que no tuvieran ninguna especialidad. Porque a esa edad aún no habían aprendido a realizar trabajos de mala calidad. Así que aprendieron a coser solo zapatillas Adidas quienes no tenían experiencia en la producción de zapatos de baja calidad.
Zapatos “cool” para las fuerzas especiales
Los zapatos cosidos en la URSS no tenían una calidad inferior a los fabricados en Alemania. Y en parte por eso las zapatillas “Moscú”, una especie de rebranding de Adidas, acabaron llegando a Afganistán tras el boicot Occidental a los Juegos Olímpicos.
El hecho es que el equipo estándar soviético no era demasiado adecuado para el terreno rocoso de Afganistán, y el mayor problema estaba en el calzado: las botas soviéticas hacían demasiado ruido al caminar y no eran adecuadas para escalar montañas.
Los miembros de las unidades de élite, como las Fuerzas Aerotransportadas y las Fuerzas Especiales, tenían entonces improvisar: elegir su propio calzado ligero y versátil, adecuado para el terreno. La elección recayó en las zapatillas “Moscú”!, aunque hubo algún percance: “Siempre que era posible, los comandantes ponían a sus soldados en zapatillas”, se menciona un informe de la Oficina de Investigación Militar de EE UU de 1995.
La producción de este modelo no cesó hasta 2011, cuando fue sustituido por un zapato más avanzado, creado específicamente para los militares como parte de la reforma de las fuerzas armadas.
Este artículo fue publicado primero por Russia Beyond. Click acá para ver el original.