Lo venimos advirtiendo desde las virtuales páginas de Diario MTN: las fiestas clandestinas siguen gozando de buena salud. A diferencia de la población, que teme por el avance del coronavirus, por su salud justamente.
En medio de una disparada de casos que empieza a inquietar, no solo al país, sino también a Mendoza, donde los contagiados superan los 300 diarios.
El infectólogo Pedro Cahn, uno de los que asesora al gobierno de Alberto Fernández lo dijo sin medias tintas: “El problema no son las actividades formales, sino las informales. Si somos capaces de respetar protocolos también allí y de no juntarnos donde no tenemos que juntarnos, la posibilidad de llegar a una situación de cierre es mucho más lejana”. Está claro que, sin decirlo, hablaba de las fiestas clandestinas.
De hecho, aseguró: “Necesitamos volver a esa responsabilidad individual de cada uno de nosotros”.
Es una proclama que en Mendoza parece no haber prendido, ni mucho menos. Porque, como se dijo, las fiestas clandestinas siguen organizándose, y nadie hace nada al respecto para evitarlo.
Ni siquiera ante el hecho de que se promocionan por redes sociales, como lo hace la gente de Acapulco en su cuenta de Instagram, donde ya mismo está convocando a una fiesta para este 1º de abril:
¿Qué canal están mirando los funcionarios mendocinos? ¿Por qué nadie hace nada al respecto? ¿Acaso no se entiende que los jóvenes alcanzados por el virus luego se lo contagiarán a otros, en progresión geométrica?
“Si dejamos que haya mucha multiplicación del virus, porque bajamos la guardia y creemos que porque estamos vacunando ya no nos tenemos que cuidar, corremos el riesgo de generar variantes locales”, advirtió Cahn esta misma semana.
Le hablaba a la nada misma.
Nadie ejecuta la medida fundamental para controlar la pandemia en Mendoza