
La formación no solo incluyó prácticas de conducción: también abarcó primeros auxilios, atención al público, higiene y seguridad, uso de matafuegos, actuación ante accidentes y apoyo psicológico. A esto se sumó una capacitación en recursos humanos: armado de CV, preparación para entrevistas y habilidades interpersonales.
“Estoy muy emocionada porque es una oportunidad muy grande. Es un logro para mí y para mi familia. Nunca imaginé llegar a esto. Espero que se abran muchas puertas más”, dijo entre lágrimas Jaquelina Vanessa Montivero, una de las nuevas conductoras profesionales. “Insertarse en un sector dominado por hombres es un orgullo. Ser una de las 30 profesional es un paso enorme”, agregó.
Un reclamo que abrió puertas
La iniciativa comenzó a partir de un descargo que una chofer presentó en el municipio. Cuando Marina Rivarola Cancelmo intentó ingresar al mercado laboral, se encontró con múltiples trabas. La falta de mujeres en el rubro la impulsó a escribir a la Municipalidad de Guaymallén.
Durante años, tanto ella como otras compañeras buscaron empleo en distintas empresas de transporte sin obtener respuestas. “Nos costó mucho llegar acá, golpeamos muchas puertas”, recordó sobre ese recorrido marcado por la falta de oportunidades incluso teniendo habilitaciones profesionales superiores, como la categoría de camión.
El punto de inflexión se dio cuando Andesmar decidió incorporarlas. Según destacó, la empresa fue “la primera que nos abrió las puertas sin poner un pero”, sin preguntar por hijos, disponibilidad horaria ni condiciones personales. “Realmente la primera empresa comprometida en tener personal femenino”. Ese gesto, sumado al trato igualitario dentro de la compañía, reforzó su convicción de que más mujeres debían acceder a las mismas oportunidades. “Eso yo lo quería para las demás también”, explicó.
La ausencia de personal femenino en la conducción fue una constante que observó en cada institución que visitaba. “No hay personal femenino en la conducción”, señaló al referirse al municipio, y remarcó que hoy Andesmar “es la única en Mendoza que tiene choferes mujeres”.
Su planteo fue bien recibido por la Municipalidad de Guaymallén, cuya respuesta consideró “muy buena” y que permitió dar impulso a la propuesta. También subrayó el apoyo recibido tanto del municipio como de la empresa para que el proyecto pudiera avanzar.
“Nadie te da la oportunidad más allá de la práctica del curso, que es muy breve a comparación con este curso. El curso que han hecho ahora mis compañeras no está acá en Mendoza a ese nivel. Están capacitadas en un montón de cosas que los cursos pagos no tienen y que también son muy costosos”, concluyó.
Primeros pasos del proyecto
Virginia Cobos Ceruti explicó que desde el Bienestar y Recursos Humanos buscan constantemente fomentar ambientes inclusivos y promover políticas de género. Cuando recibieron el mensaje de Marina, observaron que había muchas mujeres en cargos ejecutivos, pero casi ninguna chofer. “Nos pareció que era un rubro que también tenía que apuntar a fomentar para la igualdad de oportunidades. Lo planteamos para empleadas y para la comunidad, porque todo lo que hacemos tratamos de ser coherentes para adentro y para afuera”, expresó.
A diferencia de programas anteriores, esta capacitación incluyó transporte de mayor tamaño y licencias profesionales de categorías 1, 2 y 3. El objetivo es sostener el programa y ampliarlo. En futuras ediciones podría incorporar licencias para manejar camiones o máquinas: “La idea es que Mujeres en la Conducción sea algo amplio, no de un solo rubro”.
Una formación integral
El curso se dictó en 16 clases presenciales que combinaron teoría y práctica (64 horas). Una vez aprobado, permitió rendir distintas categorías de licencia profesional. Los contenidos fueron amplios y abarcativos: barreras de género en sectores masculinizados, higiene y seguridad, manejo defensivo, psicología, primeros auxilios y uso de matafuegos.
“Tratamos de englobar todos los puntos que un chofer necesita al momento de salir a conducir”, señaló Biondo.
También intervinieron áreas de género, seguridad vial, psicología e instructores especializados.
“Tuvimos varias clases, una formación bastante completa: manejo defensivo para evitar siniestros y anticiparnos a las maniobras de otros conductores para cuidar a los pasajeros. También clases de RCP, de género y de cómo tratar psicológicamente, a veces emocionalmente, al pasajero en situaciones de accidentes: cómo actuar y calmarlos. Eso era todo nuevo para mí. Además, la atención al cliente, la presencia de uno, que uno es la cara de la empresa y la responsabilidad que tiene un conductor” dijo Natalia Muñoz, una de las conductoras que recibió su licencia profesional.
fuente: Los Andes






