Desde hace varios días, los habitantes de Hawaii viven momentos de tragedia y dolor por los voraces incendios que ya se cobró un total de 96 vidas. Aunque aún no se conoce el costo humano y material exacto, las autoridades lo calificaron como el incendio más “letal desde 1918”.
En el incendio de ese año, en Estados Unidos, 453 personas murieron en Minnesota y Wisconsin, según el grupo de investigación sin fines de lucro Asociación Nacional de Protección contra Incendios.
La histórica ciudad de Lahaina, en Maui, es la más devastada de la región. El condado estima que más del 80% de las más de 2,700 estructuras en la ciudad resultaron dañadas o destruidas y 4.500 residentes necesitan refugio.
“Ninguno de nosotros conoce todavía la magnitud” del desastre, reconoció John Pelletier, jefe de la Policía de Maui. El incendio “fundió el metal”, ejemplificó. Además, llamó a los familiares de personas desaparecidas a someterse a pruebas de ADN para tratar de identificar los restos encontrados.
Críticas por la reacción de las autoridades
En las horas previas al incendio que arrasó Lahaina, las autoridades del condado Maui no activaron las sirenas que habrían alertado a toda la población. En lugar de eso optaron por publicaciones en redes sociales cuando el servicio de internet y telefónica celular había sido apagado y la luz estaba cortada.
Nadie se enteró del fuego hasta que llegó a las puertas de las casas.
Los incendios, avivados por un verano seco y fuertes vientos de un huracán cercano, avanzaron con rapidez por zonas secas de arbustos de distintos puntos de Hawaii.
Como se dijo anteriormente, se trata del desastre natural más mortífero en el archipiélago en décadas. Superó, además, al tsunami de 1960 que dejó 61 muertos. También sobrepasó el incendio de Camp en 2018, que dejó 85 muertos y destruyó la población de Paradise.