Desde hace 40 años, un mismo partido político gobierna la Ciudad de Mendoza. Y, aunque suene algo ruidoso para los principios democráticos y republicanos, esto no sería un gran problema si tanta experiencia al menos se viera reflejada en una mejora de la calidad de vida de los capitalinos y capitalinas.
Es evidente que la gestión Radical en la Ciudad de Mendoza, está agotada. Tanto es así que en pleno siglo XXI quedan aún miles de familias sin acceso al agua potable, como ocurre con los olvidados barrios del oeste a quienes les llevan agua de riego en camión. Quiere decir que el municipio más rico de toda la provincia es incapaz de garantizar el acceso adecuado al agua potable de su población.
Pero no solo eso, sino que también existen graves problemas en el suministro para aquellos que ya son usuarios: cortes del servicio por varios días, baja presión y roturas de redes por doquier, son inconvenientes que sufren a diario los vecinos de la quinta, tercera y sexta sección. En el año 2020 se firmó un convenio con el gobierno provincial por 44 millones de pesos para obras de agua y saneamiento, sin embargo, los fondos aportados fueron insignificantes e insuficientes y no justamente por falta de presupuesto: en el mismo año, se gastaron 19 millones -casi la mitad- en “mantenimiento de fuentes ornamentales”.
La gestión radical se caracteriza por ser poco estratégica, desigual y, a veces, superflua. Teniendo tantas necesidades pendientes, saber que el 25% del presupuesto de obra pública se destina a “remodelar” plazas, genera indignación. Como es el caso de los 36 millones de pesos que se gastaron en rehacer la plaza Gualberto Godoy en la 5ta sección. que estaba bella y en buenas condiciones.
Durante los últimos cinco años, se destinó más del 60% del presupuesto en obra pública a sólo tres secciones de la Ciudad. ¿Cuál será el criterio del intendente para distribuir los recursos? ¿Por qué pareciera que algunos ciudadanos merecen más y otros menos?
Este desarrollo desigual entre distintos sectores del mismo municipio, no se debe al desconocimiento, a la torpeza o a la simple frivolidad. Estas políticas manifiestan el Estado que concibe el radicalismo. Esa es la diferencia esencial: nosotros creemos en un Estado inteligente, capaz de resolver los problemas actuales y los de antaño, transformador y participativo.
El gobierno municipal es el órgano administrativo más próximo a la ciudadanía, por lo que se encuentra en una posición ideal para abordar estas problemáticas. Una mala gestión municipal puede agravar los conflictos y exacerbar las desigualdades, tal como ha ocurrido en Capital: ninguna transformación profunda.
Ya no quedan rastros de aquellas gestiones del Vitti Fayad, que con inteligencia supo transformar nuestra ciudad, desde la legendaria “Peatonal”, hasta el acuerdo de aquel intendente con la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner para llevar adelante los proyectos edilicios del Procrear, único proyecto de vivienda de la Capital de las últimas décadas.
En cuanto a la política de seguridad y prevención, no solo está agotada, sino que ha fracasado. Según el último informe del Ministerio de Seguridad de la Nación, somos una de las ciudades con la mayor tasa de hechos delictivos del país. Todos los días estamos expuestos a que nos roben o maten a plena luz del día, librados a nuestra propia suerte, siendo que es deber del gobierno municipal garantizar a los ciudadanos de la Capital y a los que transiten por ella, las condiciones de seguridad para el pleno disfrute y ejercicio de los derechos fundamentales.
La gestión de los municipios ya no se mide sólo en kilómetros de asfalto, plazas, veredas o cantidad de luminarias. Se mide en el avance hacia el mejoramiento de los grandes temas que amenazan a nivel global: la erradicación de la pobreza, la reducción de la desigualdad en todas sus dimensiones, crecimiento económico inclusivo, ciudades sostenibles, salud y bienestar, educación de calidad, agua y saneamiento, igualdad de género, energía asequible y no contaminante, infraestructura, seguridad, conectividad, entre otros.
En este marco, celebramos que haya compañeros con voluntad de protagonizar, pero plantear “apoyar lo bueno y exigir más creatividad” a esta gestión, sería banal frente a las agudas necesidades que tiene nuestra ciudad. El Peronismo nació para gobernar y transformar la realidad: debemos concebir, diseñar y delinear el perfil de Ciudad y de Municipalidad para las próximas décadas.
Pensar globalmente y actuar localmente, poniendo la dignidad y la igualdad de las personas en el centro, integrar las heterogeneidades, para mitigar las desigualdades económicas, sociales, territoriales y ambientales a las que las gestiones radicales vienen siendo indiferentes hace 40 años.
Por Gisela Lamberti, delegada regional de Enargas en Cuyo, militante peronista y vecina de la Ciudad de Mendoza